1 de noviembre de 2011

Trabajo Práctico. Fecha entrega 9/11


Persistencia de la tonada
POR SANTIAGO SYLVESTER

A mediados de los sesenta, cuando vine de Salta a estudiar en Buenos Aires, descubrí que yo hablaba quechua sin saberlo. Tal vez sea un poco exagerado, pero recuerdo que usaba en la vida cotidiana una cantidad de palabras que no se conocían en Buenos Aires, y hasta entonces no se me había ocurrido pensar que no pertenecieran al idioma común del país.
Es interesante saber que a fines del siglo XX se usaba, además de los términos comunes con el Río de la Plata, unas 250 palabras quechuas: no sé qué haría un argentino de cualquier lugar sin la palabra “cancha”, ni mucha mitología local sin la palabra “pampa”.
Pero el problema está en la disminución. Hay una pérdida constante de palabras. Y si a esto se agrega la pérdida de las palabras arcaicas, que daban un fuerte regusto al habla del Norte, se puede llegar a la conclusión de que todo tiende a lo global, a lo supuestamente cosmopolita.
Y sin embargo, hay que agregar que no es cierto que el mundo sea igual en todas partes; siempre se cuela un punto de vista distinto. La afirmación de una cultura se expresa en gestos, palabras, modismos y locuciones que se mojan en jugos de cada zona, y no todos son iguales. Y es bueno que esto ocurra, que el mundo no llegue a ser plano sino que esté accidentado de diferencias, variantes, matices y percepciones distintas. Y que siga teniendo razón Vallejo cuando dijo: “¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!”

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